Los parados sin formación corren el riesgo de quedar ajenos a la ansiada recuperación del mercado laboral. Consciente de ese peligro, el Gobierno prepara un plan para insertar en el mundo laboral a unos 600.000 jóvenes sin estudios, el 12% de los actuales desempleados. Se trata de ofrecer programas formativos a esos parados para que adquieran una cualificación que les facilite una ocupación. El Ministerio de Trabajo busca algún estímulo (económico o de otra índole) que anime a estos jóvenes a participar en los programas, según fuentes del Ejecutivo. Si hubiera remuneración de por medio o si la formación fuese intensiva, los beneficiarios del plan abandonarían las listas del paro, lo que contribuiría a aliviar las cifras, al menos a corto plazo.